lunes, 4 de enero de 2010

¡Buena Suerte!

Eso es lo que muchos piden para un nuevo año: buena suerte. Buenos sentimientos, paz, alegría, dinero, salud, pero sobre todo: suerte. La suerte es un encadenamiento de sucesos considerado fortuito o casual. Cuando es lo que queremos es buena, cuando no, es mala.

Nuestras expectativas para el año que sigue dicen mucho sobre lo que creemos y deseamos. Por ejemplo: Si somos llevados por nuestra naturaleza, creeremos que el mundo gira al nuestro alrededor, que tenemos que seguir los deseos de nuestro corazón, realizar nuestros “sueños” y ser feliz sin importar con nadie más. Si todo eso funciona, es suerte. Pero ahí tenemos que poner Dios de alguna manera, porque somos también seres religiosos. Así que al incluir Dios en nuestros planes tenemos más “suerte” porque pensamos que porque Dios es bueno, él está obligado a dar todo lo que nosotros consideramos “bueno”. Así, para realizar nuestros deseos manipulamos a Dios y a quien sea necesario. Y si todo funciona, es una muy buena suerte.

Pero creo que no es eso lo que necesitamos para 2010. Quizás, lo que realmente necesitamos es de una “muy mala suerte”. Eso significa que quizás no recibiremos lo que queremos, porque aprenderemos que el mundo no gira al nuestro alrededor, que Dios no existe para satisfacer todas nuestras voluntades, que nosotros no somos tan buenos como nos gusta imaginar y que a lo mejor, tenemos que cambiar tantas cosas que nos avergüenza pedirle lo que sea.

Es simple: para el 2010 deseo que pierda el control de su vida, que reconozca que su mejor esfuerzo de piedad es fruto de un deseo egoísta de manipular al Creador, y que no reciba todo lo que quiere. Parece malo, pero es necesario, como un remedio amargo, que al final te sana. Pero también deseo que el control de su vida sea entregado en las manos de Dios, que va tratar de sanarte de dentro hacia fuera, purificando sus motivaciones, iluminando su razón para ver que no todo lo que quieres es de hecho lo mejor para usted.

Deseo a usted muchas bendiciones de Dios, aunque estas bendiciones signifiquen un NO para sus sueños, para que pueda soñar con Dios en la comprensión de que lo que él tiene preparado es muy superior a lo que pedimos. Deseo que en 2010 usted sea más de Dios, y menos de usted mismo, que aprenda a amarle y no a manipularle. Le deseo un año feliz, porque felicidad es andar con Dios todos los días. Así, para ser feliz, nadie necesita de buena suerte.

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